Hace unas semanas viví el cierre de el cierre de mi etapa estudiantil de instituto, cerré 2 de bachillerato.
Y aunque no fue hasta el dia de antes cuando fue consciente de que se acababa, que las personas con las que habia disfrutado de dos años preciosos, con mas y con menos, extres de examenes, fiestas y salidas para despejarnos un poco de los estudios, tomaríamos distintos caminos, aunque sabes que nunca se perdería la relación con ellos.
No es hasta la noche de antes cuando sientes miedo por las escaleras que deberas subir, cuando temes el largo de tu vestido que puede hacer que beses el suelo, o la simple presión de que mirándote está tu familia, la que siempre te ha animado y los que están orgullosos de lo que has conseguido.
A la mañana siguiente tienes miedo hasta de como ha pasado la noche tu peluquera, el si ha dormido o no puede afectarle a como peinarte, temes por todo, hasta de si el maquillaje es el adecuado, y tu habitación se convierte en la última parte de High School Musical, en la que te estás arreglando para el evento que dará fin a una etapa dura y bonita.
Llegas al instituto y ves que son mil personas las que están sentadas enfrente tuya y la presión aumenta, pero te sientes bien al comprobar que nadie lleva tu vestido, mientras esperas a leer el discurso piensas en no correr mientras lees, en sonreir y en no gritar mucho al microfono.
Cuando finalmente has acabado y subes para estar con tus compañeros, mientras tienes ya la beca y la orla, en lo unico que piensas en la banda sonora de aquel día.
Y no es hasta el final de la velada cuando te echas la foto común con todos tus compañeros de bachillerato, cuando eres consciente de que se acaba, de que se ha acabado y de que ahora toca madurar un poco para dar inicio a la universidad, donde no habrá profesores que te tomen estima, y los que tienes como amigos, sino que ya solo es relación profesor-alumno.
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